Miguel Roa y el esfuerzo de un sueño

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Han pasado 21 años desde que Miguel se apuró a pedirle trabajo al patrón de Corralejo a la salida del restaurante donde trabajaba como cajero. Ese tiempo, 2.5 millones de litros de tequila al año y una presencia en alrededor de 80 países, nos separan de aquel entonces.

Durante uno de mis viajes a México, me dirigía en autobús desde Guadalajara hacía Pénjamo, donde me recogería Miguel Roa, el maestro destilador de Tequila Corralejo . Cuando nos vimos en persona extendí mi mano para saludarle y el me dió un abrazo como si ya me conociera. Esos son los gestos que expresan mucho sin necesidad de hablar. Una hora después, nos encontrábamos en un bar bebiendo cervezas y charlando sobre tequila y experiencias de vida, mientras Miguel diseñaba en una servilleta de papel el proceso de producción de la hidrolisis ( transformación de azúcares complejos en simples para que la levadura pueda actuar ). Los días siguientes, fueron pura magia…

Miguel se licenció en Química-Farmacología con una especialidad en Alimentos en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo ( UMNSH) en Morelia, Michoacán, lo que fuera la antigua Valladolid en la Nueva España, entre los años de 1989-1994. Además de obtener una diplomatura de Técnico Tequilero avalado por el CRT (Consejo Regulador del Tequila) y la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG) en el año de 2009.

«¿Que se me pasaba por la cabeza cuando el tequila no salía? Pfff, muy complicado, lo único que te puedo decir es que Dios existe, estuvo cañón.  Afortunadamente el patrón tuvo paciencia y confianza», relataba Miguel.

Todos sabemos que los comienzos son duros, y la historia de Miguel no fue la excepeción. Al nacer su hijo Miguel de Jesús en 1995 y ante la falta de oportunidad laboral en su especialidad y con una nueva boca que alimentar, no se lo pensó dos veces y se puso a trabajar de cajero en el restaurante Parador San Martín de su pueblo Abasolo, en Guanajuato, realizando el turno de 7:oo h a 19:00 h. Y por cosas del destino, Dios, la suerte o todo junto, hacen que Miguel conozca al dueño de Tequila Corralejo a la salida de su restaurante. El  «patrón», quien había decidido montar una fábrica de tequila allí mismo y Miguel no dejó escapar esa oportunidad. La noche anterior había visto un reportaje en la prensa local en el cual decían que iban a instalar una fabrica de Tequila.  «Lo esperé y le abordé y le pedí la «chamba», como decimos acá. Le sacó de onda porque nunca me había visto. Ocho días después me entrevistó, pero antes me dijo la célebre frase cuando pides empleo: «yo te llamo por teléfono»,comentó Miguel.

Miguel Roa y el patrón Leonardo Rodriguez Moreno, el empresario visionario que creó Corralejo

Recuerda Migue: «Literalmente se le invertían 24 horas al día, aunque no estabas físicamente, lo traías en la cabeza todo el día».

Cuando Miguel me contó su historia me pareció tan increíble y humana que no podía más que imaginarme que se le pasaría por la cabeza a un hombre que entró en una enorme fábrica, como si de un gigante dormido se tratara, enfrentándose por primera vez al reto de su vida: despertar al coloso y producir tequila de la nada. Alambiques, difusores, hornos y una larga lista de variables que lejos de estar en los libros, estaban delante de él. Y el tiempo de mostrar resultados ya había echado a correr.

Miguel recordaba lo que le dijo el patrón: Cuando esté listo te pones una borrachera y me marcas por teléfono, así sabré que Corralejo ya está”. Hacer Tequila es Tradición, Ciencia y Arte!

Viajé miles de kilómetros en busca de conocimeinto y me traje conmigo historias reales de gente de carne y hueso. Es muy bello ver un campo de agave, pero es hermoso conocer gente que te inspire y aún más enriquecedor saber que el esfuerzo de esa gente ha valido la pena. Gracias Miguel.

 

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