La última zafra y 145 años de historia que desaparecen

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La azucarera Guadalfeo, también conocida como «Azucarera Nuestra Señora del Rosario » cerró definitivamente sus puertas en el 2006. Tras 145 años de historia desapareció para siempre el ingenio más antiguo en producción de Andalucía y con su cierre también desapareció un cultivo que trajeron los árabes hace once siglos el cual llegó a extenderse por todo el Mediterráneo. Yo estuve allí y esta fue mi experiencia.

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«Jesucristo estuvo en la cruz pero no estuvo en la caña», decía el viejo dicho popular con el que blasfemaba todo aquel que pasaba por las zafras de Motril.

Los orígenes de la azucarera del Guadalfeo se remontan a la iniciativa de un emprendedor granadino, Joaquín Agrela y Moreno, quien vió posibilidad de negocio en la instalación de unos molinos para molturar (triturar) la caña de azúcar.  Así que con la ayuda de sus hijos a principios de 1860, logró traer de Inglaterra unos trapiches, hoy en día llamados molinos. Tras varias dificultades en las pruebas realizadas ese año, lograron poner en marcha industrial la primera instalación en la primavera de 1861.  El negocio era tan próspero que incluso se creó una banca que emitía billetes con este nombre: Azucarera de Salobreña Nuestra Señora del rosario.

Más de un siglo después, la baja rentabilidad de la caña comparada con otros cultivos, el alto coste de la mano de obra, la caída de los precios del azúcar, la competencia de la remolacha con mayor producción de azúcar -y a menor precio debido a la mecanización de las cosechas- y la aprobación del nuevo plan urbanístico de Salobreña que rectificó gran parte de los suelos utilizados para la plantación de la caña en suelos edificables que contaba en el 2000 con unas 1.000 hectáreas para cultivar la caña de las cuales sólo quedaban unas 300 hectáreas en el 2006, dió por finalizada la actividad.

El 14 de Marzo del 2016 tuve la suerte de visitar la azucarera Guadalfeo en el marco del Master of Spirits de Javier Pulido. Ya en un estado de conservación deplorable, contuve mi emoción durante toda la visita en donde Antonio José Rodriguez, el Director Técnico, nos explicó en detalle y con enorme pasión como ese gigante de hierro había dado sus ultimas bocanadas.

 

Sentí una tristeza enorme al ver cómo una empresa que dió de comer a 300 familias, una pieza histórica, estaba destripada frente a mi.

Durante el tiempo que duró nuestra visita, escuché atentamente las explicaciones de Antonio, el  que fuera Director Técnico de la azucarera Guadalfeo. Los datos técnicos se mezclaban con vivencias, con historias de la que fuera su casa durante tantísimos años. A medida que íbamos visitando las diferentes instancias de la fábrica y sin poder dejar de oír el relato de nuestro guía, comencé a sentir  una sensación de tristeza en mi interior. Sentía mucha pena por ver aquel sitio en tan malas condiciones. Hornos resquebrajados, óxido, salas vacías, maquinarias incompletas, destripadas…todo ello mezclado con olores de jugo de caña imaginarios, ruidos de caldera o bullicio de trabajadores. En mi mente la fábrica seguía abierta y el contraste con lo que mis ojos veían era abrumador. Imaginaba un museo, un centro de exposiciones, con salas de fotografía y video, reviviendo los días de gloria de la azucarera. Imaginaba a los visitantes bebiendo zumo fresco de caña recién prensado, a los niños haciendo girar la rueda del molino de hierro manual para exprimir la caña y extraer el preciado néctar y a sus padres tomando fotografías para inmortalizar el momento. Nada de esto jamas ocurrirá.

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